Un lifting facial o ritidectomía es un procedimiento estético diseñado para mejorar los signos más evidentes del envejecimiento en el cuello y la cara. Este proceso implica la tensión de los músculos faciales, la eliminación del exceso de grasa y la redistribución de la piel.
La técnica de lifting facial implica la reubicación de los tejidos musculares, la piel y la grasa, con la eliminación del exceso de tejido a través de una incisión que generalmente comienza en la zona de las sienes (a lo largo del cuero cabelludo), se extiende siguiendo las líneas naturales alrededor de la oreja, avanzando por el lóbulo, detrás de la oreja y hacia el cuero cabelludo. Al concluir la cirugía, las incisiones se suturan y se colocan pequeños tubos bajo la piel para prevenir la acumulación de fluidos o sangre. Si es necesario prestar atención especial al cuello, se puede realizar una incisión justo debajo del mentón. Además de la piel, el procedimiento de ritidectomía se enfoca en las estructuras musculares, óseas y grasas de la cara, lo que proporciona resultados iniciales muy naturales y duraderos a medio y largo plazo.
Las cicatrices se ubican en diferentes áreas según el tipo de lifting, pero siempre se colocan estratégicamente en lugares como el pliegue detrás de la oreja o debajo del cabello para que sean difícilmente visibles.
La duración de la operación varía de 2 a 4 horas, dependiendo de la zona que se desee mejorar y otros factores que determinan la complejidad. La elección del tipo de anestesia también se basa en estos mismos criterios.